La comunidad de El Bolsón y la región cordillerana están de luto por la partida de una querida y respetada mujer: Genoveva Quitupuray
Conocida cariñosamente como doña Geno, su calidez humana, generosidad, solidaridad con la gente y su labor incansable en la Parroquia Nuestra Señora de Luján, en la elaboración de las hostias. dejó a su paso una huella indeleble en la comunidad.
Desde 1972, doña Genoveva se dedicó con devoción a la preparación de las hostias, esas delicadas hojas redondas de pan ázimo utilizadas en la sagrada ceremonia de la misa. Su trabajo, si bien una tarea rutinaria, era más bien un acto de fe y servicio a su comunidad religiosa.
El proceso de elaboración de las hostias era para doña Geno más que una simple tarea; era un ritual cargado de significado y trascendencia. Con sus manos expertas y su conocimiento de la tradición, cuidaba cada detalle, desde la selección de los ingredientes hasta el proceso de cocción en el hostiario. Quienes la visitaban en su casa, era común verla con esa “plancha” moderna, su herramienta principal que había suplido aquellas viejas “tenazas” de los primeros años.
En un video producido por hermanos de la comunidad religiosa, se puede apreciar a Geno compartiendo sus conocimientos sobre la elaboración de las hostias; explicando cada paso del proceso. Sus palabras resonarán en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de conocerla.
El legado de Genoveva Quitupuray va más allá de su habilidad para hacer hostias; representa el espíritu de servicio, dedicación y fe que la caracterizó. Su partida deja un vacío en el corazón de la comunidad, pero su recuerdo perdurará como una inspiración para todos aquellos que valoran la importancia del compromiso y la entrega desinteresada hacia los demás.
El pasado lunes 25 de marzo, Genoveva Quintupuray cruzó el umbral hacia la eternidad, dejando tras de sí un legado de amor y servicio que será recordado y honrado por generaciones venideras.
Su ausencia se sentirá profundamente, pero su espíritu perdurará en cada hostia que se parta en la Parroquia Nuestra Señora de Luján, como un recordatorio constante de su inquebrantable fe y dedicación. Que descanse en paz.