EDITORIAL: “Encender una luz de esperanza” (*) |
Cuando se habla de política el vecino común suele hacer una mueca de desagrado y no lo culpo. Sin embargo hay espacios donde se construye, se debate, se buscan soluciones para los más desafortunados, que no se encuadran como políticos y aun así lo son.
Cuando un grupo de vecinos decide generar un merendero en su barrio están haciendo algo para dar respuesta a una necesidad concreta, la de llevar una taza de leche caliente a los más pequeños. Eso es política social.
Cuando un grupo de amigos decide rescatar animales, sea perros o gatos, caballos o conejos, están dando respuesta a seres que no podrían defenderse por si mismos, eso es política proteccionista.
Cuando un grupo de personas decide encontrar un ámbito adecuado para acompañar mujeres en situación de vulnerabilidad porque no encuentran en el estado la inmediatez necesaria están haciendo política de género.
Cuando alguien decide agrupar jóvenes y niños en grupos por edades y acompañarles para hacer un deporte, cualquiera sea, está haciendo también política social.
Cuando un grupo de vecinos, conocidos, o amigos decide manifestarse en contra de medidas que podrían afectar o impactar en el ambiente, están haciendo política ambiental.
Como vemos, política hacemos todos, de una u otra forma llevamos un modelo de sociedad en la que nos gustaría vivir. Ahora bien, que pasa cuando los políticos, los partidos políticos, hacen caso omiso a estas dificultades y la sociedad se los hace ver. Cuando el discurso de un político, cualquiera sea su cargo, habla de cosas que no son las que le preocupan al vecino, que nada tienen que ver con la realidad de sus conocidos, entonces la respuesta es un agravio. Y el agravio se hace viral por las redes sociales, llega a destinos desconocidos por el mismo alcance de la virtualidad en la que vivimos, acentuadas por las mismas condiciones que nos impuso la pandemia.
Que pasaría si esos vecinos fueran escuchados por los políticos?Que pasaría si esos intereses se congregaran de tal manera que un solo espacio los represente? Es eso posible?
Esa es justamente la pregunta que deberíamos hacernos quienes militamos en política. Como hacemos para que la verdadera política social reemplace a la política de asistencia y genere herramientas genuinas de ingreso y de representación. Como hacemos para que cuando se entregue una vivienda sea en el marco de las ordenanzas vigentes, para que la ayuda llegue a quienes lo solicitan y no solo a los amigos, como hacemos para que las obras se facturen como corresponde y no se pague “comisiones” a los vivos de siempre. Como hacemos para que los edificios públicos contengan tantos trabajadores como necesitan, con la preparación y la idoneidad necesaria y los representados no se sientan agraviados por sus supuestos representantes.
La respuesta entiendo yo es colectiva, desde la diversidad de opiniones, desde la escucha atenta y la practica permanente de empatía.
Aceptando que pensar diferente no es malo. El eje principal de toda convivencia en sociedad implica la aceptación de que no todos pensamos igual, no vestimos igual, no hablamos igual, pero que nos deberíamos cuidar entre todos, como cuando vivíamos en las cavernas y teníamos que protegernos de los peligros del exterior.
Conscientes de que la vida en sociedad exige la aceptación de lo diverso pero siempre en el marco del más absoluto respeto por la ley que asegura que todos tengamos los mismos derechos.
Cuando entendamos que escuchar implica eso, escuchar para aprender y no para contestar entonces habremos encontrado esa luz de esperanza para mejorar las condiciones de vida de una sociedad cuyos vínculos están afectados por el enojo, la ira y la mezquindad.
(*) Cristina Jara
Concejal Municipal de Lago Puelo | Periodista
Especial @Limite42