EDITORIAL
Carreras tenía su plan, pero el presidente impuso el suyo. No hubo fastidio porque liberó al gobierno del embrollo, simplificó y se puso a todo Río Negro en el marco nacional.
Río Negro tenía el texto de restricciones, con prohibición de circulación desde las 21 aunque, basado en un pedido empresarial, se exceptuaba a los gastronómicos y preveía su atención hasta las 23, con turnos. Carreras adelantaría su decisión a los intendentes pero cuando el jueves ultimaba las medidas se sorprendió que los medios decían que Nación tenía resuelto un aislamiento de 9 días. Paralizó todo y postergó el zoom con los jefes comunales.
El presidente Alberto Fernández nada había dicho de eso cuando, tres horas antes, mantuvo una videoconferencia con ella y once mandatarios. La rionegrina, en cambio, le contó su plan de cierre y enfatizó que sostendría clases presenciales en la Primaria y las suspendería en Media. Un diseño que quedó enterrado por el anuncio presidencial.
La mudez de Fernández de su decidida reclusión social se transformó en fastidio silenciado en los gobernadores. Carreras minimizó lo sucedido y su gobierno se empeñó en resaltar que Nación era la autora de la determinación. El mensaje replicado fue que la Provincia “no necesita adherir” porque “el decreto ya es de cumplimiento obligatorio”.
El presidente frustró el bosquejo de Carreras, pero liberó a su gestión del embrollo. Pesaba lo ocurrido en agosto cuando reacciones de comerciantes obligaron a la suspensión de una “cuarentena” dispuesta por la Provincia para el Alto Valle. Ese antecedente neutralizó después toda evaluación de restricciones nocturnas importantes porque, más allá de los reparos de la gobernadora, el rechazo juntaba al barilochense Gustavo Gennuso y el cipoleño Claudio Di Tella. Además, Alberto Weretilneck -con encuestas en mano- advertía de la supremacía de la preocupación económica en la sociedad.
“Vamos ir volviendo rápidamente” a las clases presenciales, enfatizó la mandataria. Su idea original era seguir con la Primaria y suspender a la Secundaria.
Casualmente, el jueves, el senador terminó votando el proyecto oficial que da facultades adicionales a Fernández para adoptar medidas en la pandemia. Al principio, el rionegrino se quejó de la iniciativa, pero al final la apoyó y, entre sus razones, valoró en el recinto que el presidente retomara “el consenso” y “la coordinación” con los gobernadores. Justo en ese momento, Carreras advertía que Río Negro debía rehacer lo andado y descubría que Fernández le había ocultado lo esencial de su decisión.
Otro motivo aludido por Weretilneck en su revisión fue desactivado horas después, pero en este caso, por la mandataria. El senador fundamentó su voto en que se incorporó un punto suyo en favor que los gobernadores puedan “diferenciar a los departamentos o partidos” que tengan “condiciones sanitarias disímiles”. Carreras desistió de esa potestad y, en cambio, puso a toda la Provincia debajo de la restricción nacional.
El informe epidemiológico nacional consigna de riesgo a cuatro de los trece departamentos rionegrinos: Avellaneda (Valle Medio), Bariloche (con Dina Huapi), Adolfo Alsina (Viedma) y Roca (Alto Valle). Este último lo ubica en “alarma”. Ayer, en la conferencia, la gobernadora incluyó a “todo el territorio en alto riesgo”, aunque luego el ministro Fabián Zgaib habló que ese estatus no alcanza a 9 de Julio y 25 de Mayo (ambos cubren parte de la Línea Sur), explicando la ampliación provincial en la red hospitalaria y las derivaciones de contagios.
En concreto, con índices sanitarios inferiores, ciertos departamentos podían quedar afuera. Se optó por colocar todo debajo del orden y responsabilidad nacional. Queda por cumplir con los controles y esperar la conducta -en especial- de los comerciantes. Eso preocupa a los intendentes y la gobernadora les requirió apoyo en la fiscalización.
Otro tema que repitió el viernes y ayer ante ellos fue el regreso de las clases presenciales. Plantea “ir volviendo rápidamente” a las escuelas. Será un proceso con el trasfondo del conflicto con Unter, acentuado cuando el Plenario gremial llamó a la no presencialidad y Educación resolvió no abonar esas jornadas. Y la discusión sigue.
Una inoportuna pelotera en este momento pandémico.
Adrián Pecollo | RíoNegro