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El intento de los docentes para entrar y la policía resistiendo, generó un momento tenso y con heridos que fueron atendidos por el Sistema Integral de Atención Rionegrina de Medicina (SIARME).
La mañana en la Legislatura de Río Negro estuvo marcada por la tensión y la confrontación entre los docentes del gremio UNTER y las fuerzas policiales. Los docentes, que habían montado un acampe en la entrada del edificio legislativo, se encontraron con la negativa a ingresar al recinto donde se debatía la controvertida Ley de Esencialidad en la Educación.
El clima se volvió tenso cuando un grupo de manifestantes intentó ingresar a la fuerza, lo que generó un cruce de empujones con los efectivos policiales. Mientras afuera el tumulto crecía, dentro del recinto, los legisladores discutían la posibilidad de permitir la entrada de los gremialistas.
Gabriel Yanca, Jefe de la Regional Primera (Comisario Inspector), informó que varios efectivos policiales fueron trasladados a centros asistenciales tras los enfrentamientos. “Tengo personal que está siendo asistido y trasladado a centros asistenciales”, comentó, reflejando la gravedad de la situación.
El caos aumentó cuando algunos manifestantes comenzaron a descompensarse debido a los gases lacrimógenos, lo que llevó a que una ambulancia se presentara en el lugar para atender a los afectados. La escena era dramática: personas con irritación en los ojos y dificultad para respirar, en medio de un ambiente cargado de tensión y desesperación.
Los reportes indicaron que, tras el desalojo, el SIARME (Servicio de Emergencias Médicas) trasladó a dos efectivos policiales heridos al hospital, mientras que, poco a poco, la situación comenzó a calmarse, aunque los efectos de los gases seguían afectando a muchos.
El acampe de UNTER y la respuesta policial evidencian la profunda crisis que atraviesa el sistema educativo en Río Negro, donde los docentes luchan por sus derechos y en defensa de la educación pública, mientras el Gobierno responde con medidas de fuerza que agudizan el conflicto. La jornada no solo expone las tensiones laborales, sino también el malestar creciente de un sector que se siente desoído en sus reclamos.
