Opinión | Una represa hidroeléctrica, una aerosilla y un aeropuerto son algunas de las obras anunciadas por el intendente. El negocio de Lewis y Mindlin en la Reserva de la Biósfera de la Humanidad
Cuando el Congreso Nacional sancionó el Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones (RIGI), una auténtica licencia oficial para el saqueo con impunidad, se desató un efecto en cascada que replicó adhesiones legislativas en algunas provincias y hasta municipios para lanzar proyectos que en muchos casos son de escaso o nulo beneficio social y potencial impacto ambiental, pero de altísima rentabilidad para los capitales beneficiados.
Un ejemplo de ello sucede en la localidad rionegrina de El Bolsón, donde el intendente local Bruno Pogliano se apresuró a anunciar su deseo de abrazarse al RIGI para construir una central hidroeléctrica, una aerosilla hacia el Cerro Piltriquitrón y hasta un aeropuerto internacional: todos ellos en Áreas Naturales Protegidas declaradas por la UNESCO como Reserva de la Biósfera de la Humanidad.
El primero es una central hidroeléctrica de paso (sin embalse, usa el caudal de los ríos de montaña) sobre el curso del “Arroyo Lindo”, un pequeño río muy caudaloso ubicado en el Área Natural Protegida Río Azul Lago Escondido (Anprale). A su vez, el Anprale está en la Reserva Binacional de la Biósfera Andino Norpatagónica de la UNESCO, lo que la convierte en Patrimonio Ambiental de la Humanidad.
La Central de Arroyo Lindo es un viejo proyecto de 1999 de la cooperativa telefónica Coopetel que buscaba proveer de electricidad a El Bolsón. En 2019 lo reflotaron en el marco del programa de generación de energías renovables (RenovAr), para lo que se hizo un estudio de impacto ambiental que alertó sobre sus consecuencias negativas.
”Los principales factores impactados negativamente se encuentran relacionados al medio perceptual (incidencia visual), al medio físico (curso de agua y drenajes superficiales) y biótico (comportamiento y hábito de la fauna)”, advierte un resumen del informe completo de 231 páginas al que tuvo acceso Tiempo Argentino, y que además anticipa las consecuencias del inmenso desmonte de bosques nativos en el corazón del Área Natural Protegida.
Con un costo de 11,3 millones de dólares, según el intendente, y una recuperación total de inversión en apenas 18 meses, el proyecto es un negocio monumental. Se trata de un “Pequeño Aprovechamiento Hidroeléctrico (PAH) encuadrado en el programa RenovAR (energías renovables) por el que el mayorista del sistema eléctrico CAMMESA paga el megavatio hasta cuatro veces más que a las fuentes tradicionales. A eso se suma que el RIGI suprime impuestos, tasas y hasta gravámenes para importación de insumos. Además, ni siquiera terminaría con los permanentes cortes de luz en El Bolsón, porque derivará su fluido eléctrico hacia el Sistema Interconectado Nacional.
El firme candidato para construirla es Patagonia Energía, subsidiaria regional de Pampa Energía de Marcelo Mindlin y Joe Lewis, preso en Estados Unidos por fraude financiero. Esta compañía tiene una PAH terminada dentro de Lago Escondido y otras tres en proceso en Río Negro y Chubut: todas en Áreas Naturales Protegidas.
La premura del intendente Pogliano (un experonista de verba violenta contra sus detractores y devenido en defensor a sangre y fuego del interés de las élites locales), fue elocuente: Río Negro adhirió al RIGI el 12 de julio; él firmó la versión local el 22 de julio y logró que su mayoría automática del Concejo Deliberante lo aprobara dos días después.
El otro de sus planes para el RIGI, una aerosilla hacia el Cerro Piltiquitrón, se sumerge sin disimulos en el escándalo y generó una fuerte resistencia en las organizaciones barriales y ambientales.
El pasado 10 de abril el Concejo Deliberante declaró por unanimidad de “interés municipal” el proyecto de aerosilla impulsado por el intendente tras ser presentado por una dudosa empresa de la localidad de Esquel, llamada “Aerocumbres”. El problema es que, según consta en el Boletín Oficial de Chubut, Aerocumbres había sido creada apenas 20 días antes por los hermanos Juliano y Martino Simeoni, con un capital social de solo 500 mil pesos y domicilio legal en una vivienda familiar.
Hasta la creación de Aerocumbres, los jóvenes Juliano y Martino eran socios de “Simeoni e hijos” presidida por su padre Luiggi Simeoni (alias Don Yiyo), condenado en 2022 a seis meses de prisión, pagar una multa de 3 millones de dólares y presentar un plan de remediación para desastre ambiental que generó en el Cerro La Torta, a 20 kilómetros de Esquel, por la deforestación de millares de ejemplares de lengas centenarias para ampliar pistas de esquí que no estaban habilitadas y se montaban en tierras fiscales usurpadas y con bosques de flora nativa protegida. “Aerocumbres no tiene vínculo con la empresa aludida en Esquel”, se intentaron despegar los jóvenes Juliano y Martino, hijos y exsocios del condenado Don Yiyo.
Emblema de El Bolsón, el cerro Piltriquitrón es una de las paredes del valle mágico de la Patagonia cordillerana; también es una Reserva Natural Protegida de 16.928 hectáreas plenas de flora y fauna nativa, bosques milenarios y nieves eternas que son origen de infinitas vertientes de agua natural de la que abreva gran parte de la Comarca Andina del paralelo 42.
El tercer proyecto del intendente, el Aeropuerto Internacional de El Bolsón, es un viejo sueño del inglés Joe Lewis que data de 2007, pero que en junio de 2009 fue rechazado por el 76,52% de la población de El Bolsón en un masivo plebiscito. Ahora el intendente Pogliano arremete nuevamente y asegura que cuenta para ello con el apoyo de “los árabes y los qataríes”.
Se refiere a las familias reales de Qatar y Emiratos Árabes Unidos que han adquirido de manera irregular enormes extensiones de tierras en la zona, y que necesitan de un aeropuerto propio para sus aviones de gran porte, además de la privacidad que no le garantizan los aeropuertos nacionales de Bariloche y Esquel, como supieron en carne propia los jueces, fiscales y agentes de inteligencia que hace tres años viajaron en un lujoso tour a Lago Escondido pagados por el Grupo Clarín.
Por: Alejandro Pairone