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Hubo un tiempo en el que en la mayoría de los medios se destacaban este tipo de encuestas de popularidad y aceptación. Más allá de las tendencias, este enfoque político no me parecía muy adecuado, pero era el que gustaba, y se promovía entusiásticamente en un pontificado en el que se estaba sustituyendo la teología por sociología.
Hoy las aguas han cambiado y por lo que he podido charlar estos días con distintos especialistas y gente del Vaticano la sensación es de desfondamiento.
El PEW (Pew Research Center) acaba de publicar un estudio sobre qué percepción (cómo ven) al Papa en algunos países americanos. Los resultados son terribles. Aunque en líneas generales la visión es positiva, todavía, el porcentaje cae muy significativamente, pero lo peor es el número de personas que manifiestan una visión negativa.
En los seis países encuestados a principios de año (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) -todos ellos entre los más poblados de la región- las actitudes hacia el Papa son menos positivas que hace una década. Mucho menos.
Destaca el Cono Sur. En Argentina hace una década el 91% de sus compatriotas tenía una visión positiva de «su» Papa, hoy se queda en el 64%. En Chile el descendente porcentaje no llega a la mitad de la población.
Hace unos meses intenté mostrar lo que estaba ocurriendo en Argentina, que no solo era preocupante, era extensible a otros contextos. Y creo que negativamente, no por el número, al fin y al cabo, Barrabás resultó ser más popular que Jesús. Más bien porque en la labor de evangelización y utilizando el mismo lenguaje sociológico y político tan querido en este pontificado, el Papa Francisco ya no es un activo.
Hay quien hasta hace poco decía que el Papa tenía una especie de misión «ad extra», no juzgo las intenciones, pero los resultados son los que son. No solo disminuyen los que tenían una visión favorable, es que los que eran indiferentes se han transformado en no favorables multiplicándose, por 10 en Argentina, por 6 en Chile y en el resto más de un cuarto de la población no tienen una visión favorable del pontífice.
En Estados Unidos otro tanto, la percepción positiva vuelve a los índices del principio, eso sí muy lejos del hype de los años 15-17, pero los desfavorables llegan al 30%, el doble de hace diez años; y un sorprendente 11% dicen que no han oído hablar de él, que para algunos es casi peor.
Y esto es un problema, especialmente para su pontificado, fundamentado en una especie de Teología del Pueblo, para un pontificado que no se ha caracterizado precisamente por un «contra mundum», más bien lo opuesto.
Quizá lo único aprovechable es que han vuelto a poner de relieve caminos que son estériles.
