Debido al actual ritmo de contagios de coronavirus, el sistema sanitario argentino –pero especialmente en la Ciudad y el conurbano– enfrenta el riesgo de colapsar en el corto plazo.
Lo advirtieron las obras sociales y las empresas prepagas de salud: «El sistema de salud tiene un límite», indicaron a través de una solicitada publicada este sábado. Y, al parecer, ese límite se está alcanzando veloz y peligrosamente.
El ritmo promedio actual es de 20 mil contagios diarios, que se producen en todo el país pero la mayoría concentrados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), y un porcentaje de los contagiados termina unidades de terapia de intensiva (UTI) debido a la gravedad del cuadro.
Según algunas estimaciones, ocho de cada diez contagiados atraviesa la enfermedad con síntomas leves, con apenas unos días de fiebre y algún malestar físico; en tanto, el 15 por ciento necesitará atención médica e internación, y el restante 5 por ciento terminará en unidades de terapia intensiva.
Sobre 20 mil casos confirmados promedio, esos porcentajes indicarían que unos mil pacientes diarios deberán pasar un periodo en UTI debido a la gravedad de la enfermedad. Para la estadística sanitaria, la clave está en cuántos pacientes ingresan y cuántos salen de una cantidad finita de camas disponibles.
En ese marco, el Ministerio de Salud de la Nación informó hoy que son 3.761 las personas internadas en unidades de terapia intensiva en todo el país. El porcentaje de ocupación de camas de adultos es del 59,3 por ciento a nivel nacional.
Pero en el Área Metropolitana de Buenos Aires, donde se concentran las zonas urbanas más concentradas y la mayor cantidad de población, el problema de agudiza: el 68,1 por ciento de las camas tienen quién las use. Esto es, siete de cada diez disponibles.
Así se explica que haya sectores del sistema sanitario –público y privado– que incluso reclaman medidas más drásticas a las adoptadas esta semana por el Gobierno Nacional: quieren evitar lo que ocurre en otros países del continente y del mundo, donde colapsó el sistema de salud.
Con más de 8 mil casos diarios y cerca de 20 millones de habitantes, el sistema sanitario de Chile ya está «al límite de sus capacidades», según admitió recientemente el presidente Sebastián Piñera; todo ello a pesar de haber vacunado a 7 millones de personas, según indicó el gobierno trasandino.
En medio de ese «rebrote» –como lo calificó Piñera–, el país cerró sus fronteras y 238 de las 346 comunas chilenas se encuentran en cuarentena estricta (sin clases presenciales, bares y restaurantes cerrados, así como comercios que no son de primera necesidad, reuniones sociales y eventos prohibidos, toque de queda de 21 a 5, etc.).
Los principales estados del Brasil y en Paraguay, por tomar solo algunos ejemplos sudamericanos –una de las regiones donde la segunda ola golpea con mayor dureza–, están adoptando medidas similares ante la escasez global de vacunas, por un lado, y para evitar el colapso humano y sanitario, por el otro.
Ecuador, Venezuela y también España y Bélgica, entras muchas naciones, se encuentran también con sus hospitales y clínicas privadas con escasa o nula capacidad de respuesta ante los requerimientos que impone la pandemia, que se agrava con la aparición y distribución global de nuevas variantes del Covid-19, más contagiosas y eventualmente más letales.