La Academia Nacional de Medicina de Argentina ha emitido un comunicado contundente rechazando la aplicación de tratamientos hormonales y cirugías para la transición de género en menores de 18 años, validando así la reciente prohibición impuesta por el gobierno de Javier Milei.

La entidad médica subrayó que su postura “ética y científica” se fundamenta en el respeto a la vida, la protección de la naturaleza humana y la ausencia de evidencia robusta y segura sobre estos procedimientos.
“No existen pruebas sólidas que respalden la eficacia de estos tratamientos en la disforia de género en menores”, afirmó la Academia en su declaración.
Según los expertos, los tratamientos de hormonización y cirugías pueden provocar efectos irreversibles y riesgos psicológicos en personas que aún no completan su madurez emocional y neurobiológica. Advirtieron que el impacto a largo plazo de estas intervenciones sigue siendo incierto y puede causar desde alteraciones hormonales hasta mayores índices de depresión y trastornos psiquiátricos.
El pronunciamiento se produce tras la reforma de la Ley de Identidad de Género, que a partir de febrero de 2025 impide la realización de estos procedimientos en menores, permitiendo solo a adultos mayores de 18 años decidir sobre su cuerpo en este ámbito.
El gobierno justificó la medida citando la Convención de los Derechos del Niño y la Ley Nacional de Protección Integral, destacando la obligación estatal de proteger la integridad física, mental y sexual de niños y adolescentes: “No es conveniente que menores, por su falta de madurez, enfrenten decisiones irreversibles”, aseguraron en un decreto oficial.
La Academia Nacional de Medicina recalcó la importancia de abordar los casos de disforia de género en menores con atención psicosocial integral, acompañando al niño y su familia sin recurrir a intervenciones invasivas o definitivas, priorizando el acompañamiento en salud mental.
El consenso científico internacional refuerza la postura argentina. Países como Suecia, Finlandia, Noruega, Reino Unido y varios estados de EE.UU ya han ordenado la suspensión de estos tratamientos para menores ante la falta de evidencia y el aumento de efectos adversos reportados en sistemas sanitarios.
Diversos medios nacionales e internacionales como Infobae, La Nación, El Mundo y CNN han cubierto la decisión argentina, destacando el apoyo de profesionales de la salud y organizaciones de padres preocupados por los métodos que se habían popularizado en la última década.
Desde sectores LGBT y activistas transgénero se han generado protestas públicas, denunciando que la medida representa un retroceso en derechos. No obstante, la Academia y varios expertos recordaron que todas las terapias y procedimientos para mayores de 18 años siguen garantizados, y que el enfoque en menores ahora será eminentemente clínico-psicológico y familiar.
La medida también prohíbe el uso “forzado o por coerción psicológica” de tratamientos en menores, calificando tales actos como abuso infantil, y ordena revisar el financiamiento y cobertura de salud relacionados con estas intervenciones.
La decisión argentina es vista como una restauración del principio de precaución, el respeto por la infancia y la prioridad del acompañamiento emocional y espiritual, rechazando intervenciones irreversibles sobre quienes aún están en pleno desarrollo.
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