En Argentina habitan alrededor de 300,000 personas de origen gitano, siendo la segunda mayor población gitana de América Latina
En el marco del Día Internacional del Pueblo Gitano, conmemorado el 8 de abril en recuerdo del Primer Congreso Mundial Gitano celebrado en Londres en 1971, se destaca la importancia de reconocer la historia y la cultura de este pueblo milenario. Esta fecha busca rendir homenaje a las víctimas de las persecuciones sufridas a lo largo de los siglos y poner fin al estigma y la discriminación que aún enfrentan.
En Argentina, donde habitan alrededor de 300,000 personas de origen gitano, se encuentra la segunda mayor población gitana de América Latina, después de Brasil. A pesar de la vastedad de su cultura y su antigüedad, el origen preciso del pueblo gitano sigue siendo un misterio, lo que añade un aura de fascinación a su historia.
Contrario a los estereotipos, los gitanos no son solo personas bohemias y errantes, sino que han contribuido significativamente a la sociedad gracias a su trabajo y aportes. Su historia y cultura están profundamente arraigadas en España, pero sus raíces se remontan a la India, lo que los convierte en ciudadanos del mundo gracias al contacto con diversas culturas a lo largo de los siglos.
El himno y la bandera gitana fueron institucionalizados hace 40 años en el primer Congreso Mundial Romaní-Gitano en Londres. La bandera, de colores verde y azul, simboliza el largo camino recorrido por este pueblo desde la India hasta Europa. El himno, titulado “Gelem, Gelem” (Anduve, anduve), es un tributo a los gitanos que desaparecieron durante el Holocausto Nazi, y fue compuesto por Jarko Jovanoic, un músico serbio.
A pesar de los avances en el mundo moderno, el pueblo gitano continúa luchando por una vida digna. Muchos enfrentan dificultades para acceder a la educación y al empleo, lo que perpetúa la brecha social y económica. Su lucha por una mayor integración y por el reconocimiento de sus derechos es una realidad que sigue vigente en la actualidad.
En este contexto, los gitanos se unen para hacer oír su voz ante los Estados Miembros de la Unión Europea y el Parlamento, exigiendo un futuro más justo y próspero que ponga fin al sufrimiento y la discriminación histórica que han enfrentado durante décadas.